Imaginá un archipiélago donde el mar tiene más de diez tonos de azul, las playas están siempre limpias y vacías, y las tortugas marinas nadan al lado tuyo. Así es Fernando de Noronha, un destino de Brasil tan exclusivo como preservado.
Ubicado a 545 km de la costa, este conjunto de 21 islas y formaciones rocosas combina naturaleza intacta, fauna única y un estilo de vida relajado que conquista a todo viajero que va en busca de un paraíso… y lo encuentra.
Dónde está y por qué es tan especial:
Declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO, Fernando de Noronha es un santuario ecológico donde todo está pensado para proteger el medio ambiente. Por eso, el número de visitantes está limitado y cada ingreso debe registrarse y pagar una tasa de preservación ambiental. Esta medida garantiza que la experiencia siga siendo única: playas limpias, fauna abundante y una sensación de exclusividad que cuesta encontrar en otros destinos.
Cómo llegar:
La mejor forma de conectar con este paraíso es tomar un vuelo directo corto desde Recife.
Los vuelos suelen ser cortos, pero conviene reservar con anticipación porque la disponibilidad es reducida y los precios tienden a subir rápido.
Además de tu pasaje, debés pagar la Tasa de Preservación Ambiental (diaria, según la cantidad de días de estadía) y, en algunos casos, un permiso adicional para ingresar a áreas de conservación.
Cómo moverse:
La isla principal se puede recorrer a pie, en buggy o en transporte público, aunque este último tiene horarios limitados.
La opción más práctica para aprovechar tu tiempo suele ser alquilar un buggy, ya que muchas playas y miradores están alejados entre sí. Reservarlo con antelación es clave, sobre todo en temporada alta.
Qué esperar del destino:
Playas de postal: la Baía do Sancho fue elegida varias veces como la playa más linda del mundo.
Vida marina abundante: tortugas marinas, delfines y peces de colores te acompañan en cada inmersión.
Ambiente relajado: no hay grandes cadenas hoteleras, sino posadas con encanto y gastronomía local. También alojamientos de lujo, pero estilo boutique.
Actividades imperdibles: buceo, snorkel, senderismo y avistamiento de fauna.
Mejor época para viajar:
De agosto a febrero el clima es seco y el mar más tranquilo, ideal para nadar y bucear.
Entre marzo y julio las lluvias son más frecuentes, pero también es la temporada preferida por los surfistas gracias a sus tan atractivas olas.
Un destino que se vive mejor con un plan a medida.
Noronha no es un destino para improvisar: los cupos limitados, las playas con acceso controlado y la necesidad de permisos hacen que un itinerario bien diseñado marque la diferencia. Viajar con asesoría te asegura no perderte nada y aprovechar cada día al máximo.
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